Investigadores vinculados al Campus de Excelencia Internacional del Mar (CEI·Mar) a través de la Universidad de Cádiz (UCA) lideran la última campaña arqueológica en el descubrimiento de foso del campamento militar romano en el yacimiento de Tamuda, en el marco de sus trabajos en el norte de Marruecos a lo largo de la última década. Cuentan con el apoyo del programa de Ayudas a Proyectos Arqueológicos en el Exterior del Ministerio de Cultura, la Fundación PALARQ, del Aula Universitaria del Estrecho de la UCA y varios proyectos del grupo de investigación de la Junta de Andalucía.
Las excavaciones han tenido dos objetivos primordiales, como ha explicado el coordinador de España, el catedrático de Arqueología de la UCA, Darío Bernal: el estudio de foso del campamento romano, cuyos primeros indicios se descubrieron durante la pasada anualidad, y los trabajos de campo en la zona del denominado Barrio Oriental de la ciudad mauritana, donde “se ha podido documentar una destrucción generalizada del yacimiento en el segundo cuarto del siglo I a.C”.
Este hallazgo es el primero que se ha reconocido arqueológicamente en Marruecos, de ahí su interés. Se trata de un posible vallum (fortificaciones) realizado en la primera época de este castellum (fortín militar romano), durante la fase de provincialización y creación de la Mauretania Tingitana, en época del emperador Claudio, a mediados del siglo I d.C. Este tipo de estructuras poliorcéticas, consistentes en la ejecución de una zanja perimetral en torno al recinto campamental, son habituales en las estrategias defensivas romanas. El próximo paso será, como indica el profesor Bernal, la ejecución de diversos transectos (zanjas) perpendiculares a la línea oriental de la muralla del campamento para verificar su existencia.
En segundo término, se han estudiado los restos del Barrio Oriental, a través de diversas habitaciones halladas, en cuyo interior han aparecido los techos desplomados y los tabiques demolidos intencionalmente. Además, en palabras del investigador responsable, “la cantidad de objetos abandonados de manera precipitada en su interior, completos en su mayor parte, verifican el carácter apresurado del abandono por parte de la población local mauritana ante un evento traumático. Es posible que nos encontremos ante las primeras evidencias de la presencia de Sertorio en estas tierras africanas”, o bien “ante un episodio de castigo a la ciudad de Tamuda por parte de algunos de los monarcas mauritanos”, pues en esta época del siglo I a.C. fueron múltiples las disputas entre los reyes de la Mauretania Occidental, procesos que pudieron haber afectado a la ciudad, generando una tabula rasa.
Además, se está desarrollando el estudio, actualmente en curso, de los objetos hallados en el interior de las habitaciones, completos pero muy fragmentados, lo cual ha requerido la ejecución de complejos procesos de restauración in situ del mobiliario aparecido. Especialmente, unas ánforas de transporte, que constituyen uno de los mejores conjuntos mediterráneos para el conocimiento de las ánforas de producción local/regional mauritana, cuya futura publicación aportará múltiples novedades de interés sobre la economía y el comercio fluvio-marítimo de estas comunidades prerromanas.
Este proyecto representa uno de los escasos programas bilaterales estables y de larga duración de cooperación marroco-española, a través de un convenio bilateral entre la Direction du Patrimoine del Ministerio de Cultura de Marruecos y la institución universitaria gaditana, coordinado por parte española por el profesor Darío Bernal Casasola, catedrático de Arqueología del departamento de Historia, Geografía y Filosofía. Es, hasta la fecha, el que ha desarrollado una actividad continuada de investigaciones desde el descubrimiento y excavación del mismo a cargo de Cesar Luis de Montalbán en 1921.
Asimismo, es destacable la faceta formativa, ya que los trabajos de campo y de gabinete permiten la compatibilidad de las tareas investigadoras con las docentes. Participan alumnado, doctorandos e investigadores jóvenes de máster y doctorado y de diversas nacionalidades (española y marroquí preferentemente, junto a personal procedente de Argentina, Colombia, Ecuador o Méjico), “convirtiendo a este importante yacimiento preislámico marroquí en un activo laboratorio internacional de formación arqueológica”, ha concluido Darío Bernal.